¿Cuál es el origen y significado de “aquí hay gato encerrado”?
Con esta expresión ponemos de manifiesto nuestra desconfianza y sospecha sobre un asunto que no parece del todo transparente, como si ocultara un secreto o segundas intenciones.
¿De dónde proviene la expresión coloquial “haber gato encerrado''? Como con todas las locuciones populares, para descubrir el momento o circunstancia en la que surgió esta popular frase y cómo adquirió su significado, tendremos que remontarnos al pasado.
Pero antes de adentrarnos en la historia, empecemos por lo primero: ¿qué queremos expresar cuando empleamos el refrán “aquí hay gato encerrado”?
Significado del refrán “aquí hay gato encerrado”
Según la RAE, “haber causa o razón oculta o secreta, o manejos ocultos”. O lo que es lo mismo, sospechar que existen aspectos que desconocemos (pero que intuimos) en una situación.
Con esta expresión ponemos de manifiesto nuestra desconfianza y sospecha sobre un asunto que no parece del todo transparente, como si ocultara un secreto o segundas intenciones.
Por ejemplo:
La inmobiliaria parece muy dispuesta a vender la casa por un precio menor si se formaliza la compra en menos de una semana. No me fío, creo que aquí hay gato encerrado.
La rentabilidad y las condiciones de la inversión que ofrece tu socio son demasiado buenas; aquí tiene que haber gato encerrado.
No logramos acceder a los archivos relativos a ese expediente porque han sido manipulados. Me parece que aquí hay gato encerrado.
Curioso que el director dimitiera dos días antes de conocerse la noticia. ¿No crees que aquí hay gato encerrado?
Origen de la expresión
En los llamados Siglos de Oro, el XVI y el XVII, era conocido que los personajes de los bajos fondos, como rateros y ladrones, utilizaban esta especie de frase en clave o consigna para señalar a sus compinches que habían encontrado una víctima a la que robar o que sabían de la existencia de dinero en algún otro lugar.
Sin embargo, ¿de dónde sacaban los ladrones esta designación? ¿Por qué un gato?
La referencia al gato se debe aparentemente a que en aquel entonces, el dinero (principalmente en monedas), se guardaba en una especie de bolsa o pequeño saco cerrado con un lazo que recibía el nombre de “gato” (ya en desuso).
Parece ser que este nombre no era del todo casual: la bolsa recibía tal nombre porque se confeccionaba nada más y nada menos que con la piel del felino. Sin embargo, existen otras versiones que explican esta relación y hacen referencia más bien al parecido en sigilo y astucia de los ladrones con los gatos.
En cualquier caso, dada la inexistencia de cajas fuertes o bancos en los que guardar el dinero en aquellos tiempos, sus propietarios ocultaban los famosos “gatos” en los lugares más seguros que podían encontrar, ya fuera debajo de la ropa o en lugares estratégicos de sus hogares, para evitar posibles hurtos.
Por supuesto, a los ladrones no les faltaban habilidades y astucia y en cuanto descubrían dónde se hallaba oculto el dinero o un “gato” repleto de monedas llamaba su atención, se lo hacían saber a sus secuaces por medio de la ya célebre frase en clave “aquí hay gato encerrado”, indicando así el lugar o a la víctima a la que había que asaltar.
En la actualidad la expresión ha abandonado toda pertenencia a la jerga delictiva y se ha convertido en una frase coloquial muy popular, cuyo significado hace referencia a todo tipo de misterios y secretos, no solo a los que se ocultan a los ojos de los ladrones.
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